El niño silencioso

Harto ya de sonrojarse, desde bien niño aprendió que su opinión no era buena, que debía callarse. Siempre se vió a sí mismo como un actor que cada día escogía una careta nueva que ponerse, antes de enfrentarse a los demás. Esta máscara cubría su dolor, sus fracasos y sus desilusiones. Al niño se le hizo callar de pequeño, y permaneció triste. Tomó la decisión de convertirse en un adulto que rechazó la responsabilidad de crecer y hacerse cargo de su vida. Se convirtió así en un ser que siempre estaba riendo, bromeando y adoptando una visión de la vida hiperpositiva y nada realista. En realidad, usaba esta máscara para ocultar la tragedia de sentir que nadie le escuchaba. Un día, se negó a vivir en una tristeza perpetua, en una existencia carente de ilusión. Consciente de que nadie escuchaba lo que necesitaba expresar, se obligó a escucharse a sí mismo. Tomó la responsabilidad de su castrada evolución. Sacó de cada dolor un aprendizaje, se observó a sí mismo y a la vida...y as...