
Y pude ver, con el reflejo de la luna llena sobre las tranquilas aguas del río, como cientos de saetas de plata saltaban rasgando su superficie, nadaban alrededor de mi bote en dirección a la cascada. Los sauces, rozando con su follaje la orilla, lloraban eternamente a la espera de que la primavera abriese con su calor, las flores que hasta ahora permanecían en letargo. No había escuchado hasta ahora el silencio, era profundo y siniestro, hubiese enloquecido de durar un minuto más, me salvó de la locura el rugir estrepitoso del agua que vomitaba la catarata. Sujetando con ambas manos los lados de la indecente embarcación, me encomendé rezando a todo lo que desconocía y tomé aire. Llené mis pulmones y cerré los ojos, los segundos fueron eternos, y pude al fin volar. Fue a la vez lluvia y llanto, fue a la vez miedo y satisfacción. Sentir el poder de la naturaleza viva retorciendose en contra de la mano del hombre la que me hizo levitar, flotar sobre la bruma, volar sobre el bien y el mal. Una experiencia más allá de la vida y más cercana a la muerte, la oportunidad en fin, de escapar de mis captores, y aun muerto, alcanzar la libertad.
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Me encantaría que formases parte de mi caos. Me sigues?
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