El laberinto de la Diosa




Por fin se encontraba ya en el bosque.
En la profunda oscuridad de la noche, su frondosidad le producía aún más terror si cabe, que el que había sentido en el forzoso cautiverio al que la habían sometido.
Giró la cabeza y miró hacia arriba, clavó los ojos en el terrorífico torreón, y una lagrima, a modo de despedida, asomó a sus ojos. Su tibieza le abrasó las mejillas, limpiando el rastro de mudas plegarias, lanzando al viento el rumor de su postrera victoria.

Pensó entonces que los acontecimientos de su vida, le habían llevado irremediablemente al punto exacto donde se encontraba.
En el culmen de esta catarsis emocional, en su mística metamorfosis, puso el pie en el laberinto...

Comenzó corriendo, la prisa de la incertidumbre la perseguía. Cada recodo era idéntico al anterior, no cesaba de repetir patrones. Paró entonces a tomar aire, tomó asiento por unos minutos para descansar las piernas y calmar la mente.
Cada persona que le hizo daño, cada persona que la abandonó...

Un chasquido resonó en su mente, algo le hizo click muy, muy hondo. Halló de repente un nexo común... Era ella la que se sentía dañada, era ella la que se sentía abandonada. La gente vivía sus vidas, poner los límites era responsabilidad suya. Si tú les das permiso pasan, si no les das permiso, no entran.

Con una leve mueca en la cara que podría parecerse a una sonrisa, se levantó con la convicción de hallar la salida del laberinto. Podría estar en la siguiente esquina, o podría no estar en las diez siguientes vueltas. Calmó entonces sus pasos, y mientras andaba con los pies, peleaba con el pensamiento.
Y qué sería de los que la humillaron?. 
De los que se aprovecharon?. 
Y de los que la ignoraron?. 

La larva se había convertido en crisálida, y desde la madurez se respondia;
-Todo llega. Aborda las batallas una a una, así se ganan las guerras.

Y la mueca se tornó en risa, había nacido la mariposa.
Y qué haré cuando me asalten dudas?. 
-Viviré y aprenderé lo que toca.

Y al sentir a su corazón hablando, supo que había desplegado sus alas de Diosa.
Había perdido el miedo a la muerte.
Había perdido el miedo a la vida.
Pues por fin había perdido el miedo al miedo, que era al que de verdad temía.
💜💜💜


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