A partir de los cuarenta
No sé por qué raro giro del destino a partir de que las mujeres cumplimos cierta edad, el mundo se empeña en hacernos el vacío. Suponen por ejemplo, que ya no tenemos sexo salvaje (no sé por qué) y que en nuestro día a día ya no nos pasan cosas interesantes y extraordinarias, cuando es precisamente a partir de ese momento que nos convertimos en supermujeres.
Como miembro (y afectada) de ese grupo de féminas, yo quiero romper una lanza en favor de ellas (y de mí) porque creo que a partir de los cuarenta, con el aval que otorga la experiencia y la sabiduría que te aportan los años, empezamos a vivir plenamente y con mayor intensidad.
A mis "taytantos" he vivido tal aventura, que si no me hubiese pasado a mí, juraría que el que la cuenta se la está inventando...
Como cada día desde que me quedé en paro me levanto ansiosa, duermo mal y descanso poco, a pesar de eso, ni siquiera tengo que ponerme el despertador para estar en marcha a primera hora de la mañana. Se dice que cuando te acercas a la tercera edad vas durmiendo menos, pero yo me niego a reconocer que mis horas de sueño menguan por tal razón, así que prefiero achacarlo a la ansiedad que me provoca mi falta de inserción en el terreno laboral.
Tan mala racha estoy pasando que he dejado hasta de tener sueños húmedos y de asaltar a mi marido para tener sexo salvaje a media noche (que no de día). Lo que sí asalto más a menudo de lo que quisiera es la nevera, por esa razón creo que he cogido todos los kilos que están perdiendo las personas de mi alrededor, así de avariciosa me hallo en esta fase de mi vida. Y es que últimamente debo reconocer que la comida me reporta en ocasiones, más placer que el sexo (aunque esto lo negaré siempre ante un tribunal).
Pasar de los "cuarenta y muchos" cambia tu vida (aunque no lo quieras reconocer) en todos los sentidos; en muchos para bien, y en otros para mal. Voy a obviar los buenos porque reconozco que estoy de "toma pan y moja", pero los malos..., ¡ay! los malos..., los malos son malísimos. Y para muestra un botón; tengo calores bochornosos e inhumanos mientras los demás necesitan taparse con una manta, empieza a costarme anudarme los deportivos y ponerme las medias, se me ha descompensado la tensión y se me ha soltado la lengua (porque me quedo tan ancha después de decir una burrada), y he empezado a roncar (aunque me la suda que mi marido no pegue ojo).
Pero de todo, lo que peor llevo son dos cosas; la primera es que me ha salido una doble barriga... Sí amigas, de un tiempo a esta parte se ha adherido a mi cuerpo una especie de flotador amorfo que impide que pueda verme los pies con normalidad, y que cuando voy a sentarme me obliga a desabrochar el botón de los enormes vaqueros que estoy usando últimamente (más que nada para no saltarle el ojo al de enfrente). Y la segunda es que he adquirido un superpoder. Tal cual, como lo oyes. De repente soy capaz de decirte la temperatura del suelo cuando me quito el sujetador , ¿a que mola?.
Para resumir en pocas palabras; que ponerme a buscar trabajo cuando lo que debería hacer es estar pensando en disfrutas de una buena y merecida jubilación tumbada a la bartola en la hamaca de cualquier playa paradisíaca, es una putada.
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Me encantaría que formases parte de mi caos. Me sigues?
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