La ducha
Ni siquiera hay cortina o mampara, una tira de cristal de pavés hace las veces de límite entre la ducha y el resto del baño que consigue con la vista abierta, mayor amplitud de la que tiene si cabe. Pruebo la temperatura y la ajusto. Me pongo debajo de la inmensa alcachofa de forma rectangular que queda sobre mi cabeza, he seleccionado la opción lluvia y cerrando los ojos, imagino que me encuentro en un paradisíaco lugar y me dejo llevar. Inconscientemente he dejado la puerta del baño abierta. Un par de manos acarician mi espalda y lentamente, unos brazos me rodean desde atrás. Descubro que en mi fuero interno lo estaba deseando. Siento una gran y repentina excitación. Es tanto lo que me gusta, que tan solo imaginar que lo tengo detrás, desnudo y mojado, me excita sobremanera. Va rozando con sus labios mis hombros, besa suavemente y con lujuria mi nuca, mi cuello.
-Solo si quieres, me susurra.
-No pares, logro verbalizar....
A la vez, con sus dedos va dibujando en mi espalda hacia abajo, hasta mi cintura y justo donde esta pierde su casto nombre para, y con la palma abierta me aprieta y con toda su mano amasa mi glúteo preparándome para lo que sé que vendrá después. Me doy la vuelta y nos besamos apasionadamente, mordisqueándonos los labios y la lengua. Le doy la vuelta y le abrazo desde atrás, mis manos acariciaban entonces su musculado estómago. Desde mi nueva perspectiva puedo ahora admirar las constelaciones de lunares que salpican su espalda. Comenzamos en la ducha y acabamos en la cama. Como bailarines ejecutando al unísono una obra de arte, nuestros cuerpos se sumen en un sexual vaivén de excitación, lubricante, sudor y besos. Sometiéndole desde atrás tengo una visión completa de su perfecto cuerpo, que, moviéndose a mi compás, consigo que se estremezca con cada embestida de mi pelvis.
El placer se multiplica cuando llegamos juntos al orgasmo, un banquete de placer y amor del que ninguno nos sentimos saciados. Tras horas de caricias y pasión, caemos rendidos uno en brazos del otro y así, sin preocupaciones, damos las buenas noches a Morfeo que rápidamente se apodera de nosotros. El aire acondicionado de la habitación está fuerte, nos tapamos y destapamos varias veces. Me despierta el goteo de un grifo del baño, él duerme, no se entera y yo estoy demasiado adormilado como para levantarme. Con el goteo intermitente del agua entro en el sopor habitual que me induce las visiones. Oigo agua, quizás son olas de un mar que se embravece por momentos...
💜💜💜
Me encantaría que formases parte de mi caos. Me sigues?
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