La danza del Tótem
En las noches de luna llena, cuando se eleva majestuoa en el firmamento infinito apagando la luz de las estrellas, las sombras se iluminan en la inmensidad de la pradera. Los viejos chamanes de las tribus se reúnen alrededor del fuego mágico y cantan desgadorras plegarias al espíritu de Manitu.
Las manadas de lobos salvajes aullan despiadados cánticos de jauría hambrienta. Ecos de pezuñas de bisontes espectrales se transmiten por el aire. Los expertos guerreros callan, los vigorosos candidatos se exaltan, las mujeres y los niños lloran. El crepitar del fuego aumenta, las llamas lamen el firmamento. Los ancianos trascienden al Tótem y el águila sobrevuela el campamento.
No será un año abundante, el gran dios no será benévolo. Reciben la sabiduría del Padre cielo y el amor de la Madre tierra. Los graves ritmos de los tambores resuenan en sus pechos. Los caballos relinchan y los perros ladran. Manitu está presente. El gran jefe luce pluma y pectoral, los guías hacen sonar los palos de lluvia y el cuerno de trueno.
Los ancestros hablan, los chamanes sienten, el guerrero trasciende. Por generaciones la memoria de los ancianos ilustra con cuentos a las nuevas generaciones. Pueblo guerrero, pueblo honorable, pueblo de cazadores. Son fieles, no se doblegan, no se rompen... Se avecina tormenta, el gran oso les anuncia el fatal desenlace, el pueblo indio desaparece.
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Me encantaría que formases parte de mi caos. Me sigues?
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