El campo




Escondió rápidamente los juguetes. Había aprendido a vivir sin hacer ruido. Salvo por aquellos momentos estresantes, la vida que llevaban en aquel ático desde hacía meses, podría decirse que era normal. Echaba de menos, eso sí, que le diera el aire fresco en la cara, y que le calentaran los rayos del sol. 

Hacía tiempo que no iban a trabajar ni a la escuela, ni recibían visitas de familiares o amigos. Tampoco comían lo que querían, tan sólo disponían de lo que buenamente les traían un par de veces por semana. De reír o cantar ya ni se acordaban, pero la esperanza que sus padres les trasladaban cuando les hablaban, les bastaba. 

Tenían puesta la ilusión en el futuro. Nunca llegó a comprender bien el porqué de aquella situación, tan diferentes eran?, y si lo fuesen, porqué era ello causa de persecución?. A menudo soñaba con la libertad, con una vida normal, que su distracción no fuese solamente escribir. 

Debió ser culpa del chivatazo de un vecino celoso o disconforme, quizás forzado con la amenaza de su propia reclusión, solo saben que aquella fatídica mañana la vida se paró para ellos. Unos les llamaban de concentración, otros de trabajo, y no pocos, de exterminio. El caso es que entraron por la fuerza y por la fuerza, se los llevaron a ese horrible campo.

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