Sin brújula



Y sentí el olor a yerbabuena.
Un recuerdo salvaje azotó mi almohada. Tus manos expertas seducían mi cuerpo.
Tu aliento cálido sometía mi mente.
Toda la vida sacrificada en pos de la cordura, y ahora, por un segundo de pasión, dejo mecer mi juicio en tus brazos, mi locura.
Con la percepción distorsionada por el dulce sabor de tu sexo, dejo arropar mi serenidad en las turbulentas sábanas de tus caricias.
Y exhalo al fin, cual epitafio salvaje grabado en mi lápida, tu nombre mi amor, mi locura.
💜💜💜

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